lunes, 22 de julio de 2013

Especiales - Ciudadanía y conflicto en la narración mediática

ESPECIALES


Ciudadanía y conflicto en la narración mediática
Por: Armando Ramírez Murcia
Docente Facultad de Comunicación, Información y Lenguaje
Si como apunta José Luis Exeni (2005:66y ss.) la comunicación política es un juego que se da a partir de la interacción de tres actores, (el actor político, el actor mediático y el actor ciudadanías) cuyas identificaciones y exégesis resultan tan problemáticas como confusas, pues la línea fronteriza, entre por lo menos los dos primeros actores  no siempre se visibiliza, en razón a que no podríamos entender al comunicador al margen de su condición de ciudadano, y al político sin su posibilidad de interacción comunicativa, es necesario, entonces intentar una aproximación para definir al ciudadano como constituyente de los públicos ante quienes los dos primeros actores deben un fuerte grado de “accountability”
En este sentido, y dado el desequilibrio en las fuerzas, pues como el mismo Exeni (2005)  lo deja planteado, el juego de la interacción es un juego mayoritariamente a dos y no a tres bandas, podríamos empezar a aclarar el vacío conceptual, bordeando el problema desde las narraciones y representaciones que el sistema político y el sistema mediático hacen de las ciudadanías.
Creo que, aunque bien cierto es que hay una desigualdad en el juego, el problema no es que el tercer actor no aparezca en las representaciones mediáticas, ni en las discusiones políticas, creo más bien que la necesidad de interrogarnos está en identificar, ¿cómo son  narradas las ciudadanías en los medios? ¿Cómo se narran las aspiraciones ciudadanas? En otras palabras y parafraseando a María Cristina Mata, (2006:8) la cuestión está en interrogarnos, ¿cómo somos ciudadanos en los medios?, ¿cómo se nos nombra y se nos interpela?
Así pues, y utilizando la metodología y herramientas que da el A.C.D (Análisis crítico del discurso, de Teo Van Dijk)  podríamos ubicar  en un diálogo, (esperamos a tres bandas), al sistema mediático, al sistema político y la ciudadanía en el contexto de  los más recientes conflictos colombianos: El paro de campesinos caficultores, el paro de campesinos papicultores, el de microempresarios de la industria del calzado y otros tantos, cuyo tratamiento mediático y político es demarcado por un lenguaje, si no descalificador, si diluyente en el que el discurso populista, anecdótico y desinformante nos hace perder la visibilidad de la ciudadanía.
Así por lo menos, lo pudimos observar en el tratamiento que Noticias R.C.N y Caracol Noticias en sus emisiones de los días 8, 9 y 10 de mayo pasado, en la franja prime time  le ofrecieron al país como narración del conflicto de este sector de la ciudadanía,  que a falta de interlocución en el escenario político y mediático decidió entrar en el conflicto o en la lucha por la revigorización de su potencia, no encontrando otro cause que el de la paralización, la arenga y hasta la música como caminos para lograr visibilidad  ciudadana.
Lo que pudimos apreciar los televidentes en la emisión de los noticieros de referencia era una reducción del conflicto a la anécdota  que daba cuenta de las habilidades musicales, expresadas en trovas con las que los campesinos se quejaban por la crisis del sector, una visualización de lo alterado del orden público, en razón al taponamiento de vías con la que los campesinos buscaban reconocimiento de su conflicto, un ambiente de sugestión que amenazaba con escasez de alimentos y su consecuente carestía, pero que remataba con la promesa del ministro de agricultura de revisar las importaciones, ya autorizadas de papa proveniente de Chile, Holanda y Estados Unidos, y por supuesto también adosada con la aparición mediática del político, que en arrebato de solidaridad con los campesinos, apareció en la pantalla televisiva con la ruana puesta en señal de lucha por los reivindicantes. En síntesis, un escenario mediático que narra el conflicto ciudadano desde el entretenimiento, el caos y la promesa de solución.
En este sentido, la narración mediática parece entrar en una perniciosa sintonía con el actor político. Especialmente cuando el periodista en pantalla y las más de las veces en directo explica que, en razón a las protestas el “orden público se encuentra alterado” o cuando las informaciones del conflicto tematizan como servicio a la comunidad la recomendación de las vías que no se deben tomar debido a taponamientos, o cuando, especialmente en las manifestaciones estudiantiles se habla de “desmanes”, “vandalismo” y se muestran los ventanales rotos de las estaciones de Transmilenio, todo acompañado de la efectividad de la imagen, que no miente, pero si simula y se adapta muy bien al discurso. Esa misma narración que le pone como libreto al periodista la consabida frase de que una vez pasen las tanquetas antimotines él suele decir que “todo ha vuelto a la normalidad”
De esta manera una pregunta inicial es la de si estas formas de narrar el conflicto ciudadano, más que ser formas de aparición mediática, pueden constituir un diálogo en el que además de reconocimiento del otro actor en conflicto, pueden ser propuestas informativas que conduzcan a la construcción de una opinión Pública.
María Cristina Mata señala que en las narraciones mediáticas, las ciudadanías son contadas como sujetos de carencias, o de reclamaciones. Las primeras, cuando las clases marginadas son relatadas en el marco de las calamidades de la naturaleza, la falta de empleo, el rebusque, las hambrunas,  el robo, el crimen atroz, etc. Y las segundas, cuando son protagonistas de paros, bloqueos, protestas. Sin embargo, creo que, al menos en el caso colombiano y desde las narraciones mediáticas de los principales medios de comunicación, las ciudadanías empiezan a ser contadas también como sujetos de violencia y de irracionalidad.
Sub informados o desinformados, no podemos decir que la ciudadanía como actor no aparece en el juego y que no tenga interlocución, pero sí debemos preguntarnos si la desconexión del conflicto de los factores de la economía global, la debilidad estatal que es cooptada por la gobernabilidad del funcionariado de élite, y la narración banalizada del ciudadano y su problemática no son otras formas de invisibilizar y diluir al tercer actor que pugna por construir desde la representación una legitimidad ya no solo política, en sus acepción clásica, sino como apunta Hopenhayn (2005) en sus reclamaciones de los derechos, económicos, sociales y culturales (DESC). Reclamaciones que como apunta el mismo autor “prescriben niveles de desigualdad, que el orden económico en su libre funcionamiento puede llegar a generar o reforzar, toda vez que tales desigualdades inhiban el pleno ejercicio de dichos derechos en los sectores más desfavorecidos o discriminados por la libre dinámica de la economía” (Hopenhayn: 217).
De igual manera y como lo enuncia el mismo autor (2005:217) la reivindicación del derecho al trabajo, la educación, la información y el conocimiento, como ámbito de los DESC permitirían a los ciudadanos mejorar su capacidad para participar en las instituciones políticas, en el diálogo público, en asociaciones civiles y en el ejercicio de mayor autonomía, expresados en voces ciudadanas que explican desde sus propias experiencias, mejor el conflicto y sus aspiraciones. Aspiraciones y ciudadanización del conflicto que se ve desbordada por las narraciones mediáticas con las que se escenifica a los actores sociales, pues como lo afirma María Cristina Mata  el sistema mediático tiene la capacidad de denigrar o ensalzar los movimientos sociales o de someterlos a marcos de  narraciones peculiares en las que el lenguaje y la contundencia de la imagen logran una invalidación de los ciudadanos como sujetos de demanda.

BIBLIOGRAFÍA
Exeni, José Luis.        MediaMorfosis. Comunicación Política e in/gobernabilidad en democracia. Editorial Plural, Ediciones Fado. Cap. 3 “Actores: juego a dos/tres bandas.  2005:65
Hopenhayn, Martín.     América Latina. Desigual y descentrada. Grupo editorial Norma. Bogotá. 2005.
Mata, María Cristina. Comunicación y ciudadanía: problemas teórico-políticos de su articulación. En revista Fronteras-estudios mediáticos. N° VIII (1) enero a abril de 2006:7 y ss.


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