lunes, 29 de septiembre de 2014

Artículos "Los créditos de esta obra son para Dios": Diego Vásquez

Artículos

"Los créditos de esta obra son para Dios": Diego Vásquez
Por: Leonardo Ramos
Estudiante de Comunicación Social
El mundo de la actuación y la farándula, el cual tiene la  imagen de que la vanidad y el ego son las principales características de los actores y actrices, contrasta con la humildad que este colectivo de reconocidos actores de la televisión colombiana que hacen parte de una comunidad cristiana, decidieron poner su talento al servicio de Dios, y que los aplausos, los premios y el reconocimientos por su actuación vaya para la persona que transformó sus vidas, Jesús.
Federico García Lorca dijo que “el teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana” con esta frase, también se puede definir al grupo de teatro ´artistas de Cristo´ que trata de llevar el mensaje de Dios a través de las artes escénicas.


Josue Bernal, uno de los fundadores del grupo, comenta cómo unos actores reconocidos de la televisión colombiana, se dieron a la tarea de crear un colectivo donde ellos buscan poner los dones que tienen como artistas para dejarlos al servicio de Jesús y proyectar el mensaje de Dios. En este momento, el director del grupo es el actor Diego Vásquez, quien ha participado en reconocidas producciones televisivas en el país como `El Joe la leyenda´ donde realizó el papel del maestro `Fruco´. Diego asiste a la iglesia desde hace cinco años y hace un tiempo recibió el llamado del pastor de la comunidad para dirigir este proyecto actoral “lo hemos tomado como un reto, como un desafío donde debemos sacar nuestras obras. Nuestro trabajo actoral tenemos que sacarlo de las paredes de las iglesias, tenemos que ser capaces de defenderlas en una sala de teatro abierta, donde las personas no necesariamente sean cristianas, ni católicas, es más, pueden ser ateas, pero es saber llevar la palabra de Jesús a un público secular” afirmó el actor sobre el grupo teatral de la iglesia Tabernáculo de la Fe. 
Diego comenta que una de las diferencias más grandes que tiene el trabajo en la televisión con el trabajo que realiza en el grupo cristiano, es que los formatos son diferentes y que este es un taller de experimentación, un taller de confrontación de los actores a nivel emocional y afectivo, pero el enfoque está en evaluar cuáles son los principios como cristianos, como familia, como sociedad, como comunidad y como pueden influir no como “somos los cristianos” sino, como mejorar el entorno social.



El grupo ya ha realizado cuatro obras de teatro en las que han tenido una aceptación entre el público cristiano y de otras religiones, Josue Bernal comenta  “principalmente por la imagen de los actores como Adriana Botina, pero cuando ven el entorno de la obra y de los mensajes, han tenido aceptación”
Pero, ¿Cómo es la vida de un actor cristiano, cuando se tiene la imagen de que los actores viven en un mundo  bohemio? Diego Vásquez, sobre esto opina lo siguiente,  “el entorno de los actores nos compromete con la comunidad, entonces ver a un actor agarrado a los puños o borracho en la calle, era como el estigma con el que cargamos los actores, cuando uno entra a formar parte de esta familia cristiana, uno entiende que uno no funciona por las emociones sino por las decisiones y compromisos, la vida bohemia y la rumba empiezan a perder interés, uno empieza a descubrir cosas más hermosas que se disfrutan en el trabajo, siempre seguirá ese estigma, pero nosotros de alguna manera debemos de transformarlo donde estemos”.
Este grupo teatral a pesar de representar a una comunidad cristiana, su fundador, Josue Bernal,  hace énfasis en que se quieren apartar de la religión y quieren enfocarse en Jesús “Es un estilo de vida que le hace falta al mundo, el ejemplo de lo que Él hizo en la tierra ha perdido interés, hoy en día  queremos retomar es el mensaje que El dejó y hacerlo llegar a la gente de una manera práctica y certera, eso es lo que estamos haciendo con el taller experimental con nuestro maestro Diego Vásquez”.
Otra integrante del grupo, la actriz, Sandra Milena Mejía, luego de escuchar el tema musical Geni y el zepelín, como parte de uno de los ejercicios del ensayo teatral, asevera que “a través del arte conoció a Dios” y que con este grupo “deja a un lado  el egoísmo, y se enfoca en la visión de, yo que puedo aportar como actriz para que el propósito de Dios se cumpla en el mundo” Sandra, lleva tres años con el grupo y desde que llegó al sitio de ensayo muestra su espontaneidad y talento, y reafirma que dentro del proyecto actoral cristiano se concibe más el respeto, la escucha y dejar a un lado el egoísmo, algo que ella lo califica como “muy lindo”.  La actriz, está convencida de que en este proyecto teatral “se puede conocer al verdadero Jesucristo, una imagen de un ser bondadoso, de paz y por eso se deben dar los créditos a Él, para que la gloria de Dios se engrandezca”.
 


El director del grupo teatral, Diego Vásquez, concluye que “el objetivo es que las personas se cuestionen sobre su actuar como cristianos, esto nos ayuda a transformar el mundo para beneficiarlo, si tenemos a Cristo en nuestro corazón”.

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Por: Paola Berdugo, Ángela Ríos, Lizeth Albarracín.
Estudiantes Facultad de Comunicación, Información y Lenguaje 2014


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Por: Dominique Salazar
Estudiante de Comunicación, Información y Lenguaje.

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Por: Violeta Chamorro González, Catalina Caicedo Garzón


Especiales Ponencia Campaña “No es hora de callar”: Una acción comunicativa en Colombia que expresa el discurso contrahegemónico frente a la Violencia contra las Mujeres.

Especiales
Ponencia
Campaña “No es hora de callar”: Una acción comunicativa en Colombia que expresa el discurso contrahegemónico frente a la Violencia contra las Mujeres.

Por: Martha Yaneth Guarín
Docente Investigadora de la Facultad de Comunicación, Información y Lenguaje de la Institución Universitaria UNINPAHU, Bogotá 2014.
Nombre del GI en el que presentará la ponencia: GI2 Comunicación y Cultura en medio de la violencia: Poderes contrahegemónicos.
Objetivos y/o tema central a abordar: Mostrar que la campaña “No es hora de callar” se constituye en una estructura significativa contrahegemónica frente a una cultura misógina que reproduce las violencias contra las mujeres, con la particularidad de ubicarse no como una estrategia sino como una acción comunicativa que busca la expresión verbal y simbólica de mujeres y hombres comprometidos con transformaciones culturales en medio de la violencia que atraviesa al país.
Caracterización del estudio:
-La reflexión teórica desde la cual se plantea el análisis está basada en conceptos básicos de violencia de género, específicamente de violencias contra las mujeres y el feminicidio.
-La metodología de abordaje es desde el Análisis Crítico del Discurso, por lo cual es relevante abordar conceptos clave como poder e ideología.
Texto Completo:
Lo usual frente a las problemáticas de mayor gravedad en los ámbitos global-local son las noticias negativas que aparecen en los medios de comunicación. Pese a ello, Van Dijk expresa que “la noticia negativa sin elementos positivos de ningún tipo puede ser muy difícil de digerir” (1990, p. 79). Esta idea me permite hacer una entrada en relación a la investigación que vengo desarrollando con la Fundación Universitaria UNINPAHU en Bogotá, titulada “El Feminicidio en la prensa colombiana, desenlace fatal de la violencia de género: Análisis Crítico del Discurso en los periódicos El Tiempo y El Espectador de julio a diciembre de 2013”.
En medio de más de 300 piezas periodísticas alusivas a feminicidios y violencia contra las mujeres, halladas en los periódicos El Tiempo y El Espectador durante seis meses, en una revisión diaria, una de las pocas noticias positivas vinculadas con esta problemática, la encuentro en El Tiempo: “En Europa exaltan la voz de las mujeres víctimas de abuso. La periodista y activista Jineth Bedoya visibilizó en parlamentos europeos el alto nivel de impunidad que hay en Colombia con la violencia sexual”. En el desarrollo de esta noticia se menciona que “Bedoya Lima fue invitada a la casa de los Lores para compartir su experiencia como periodista y activista, y su trabajo para visibilizar a las víctimas fue resaltado por la baronesa Fiona Hodgson… Por su parte, la baronesa Patricia Scotland, una de las mujeres que más ha luchado contra la violencia intrafamiliar, destacó el acuerdo firmado hace unas semanas entre la ONU, EL TIEMPO Casa Editorial y la Federación Colombiana de Fútbol para dedicar una semana de mayo para decir No a la violencia contra la mujer, gracias a la campaña creada por la periodista: No Es Hora De Callar” (Miércoles 18 de diciembre de 2013, p. 9).  
Es a partir de esta positiva noticia que se comienzan a entrelazar diversos hilos discursivos que muestran la pertinencia de elaborar un discurso contrahegemónico, el cual tiene la particularidad de buscar una transformación socio-cultural desde la misma institucionalidad: el periódico de mayor circulación en el país, la Federación Colombiana de Fútbol y la Organización de las Naciones Unidas. Esto es de una enorme relevancia, en cuanto tradicionalmente se parte de la idea de divulgar y posicionar este tipo de discursos desde lo anti-institucional, desde lo marginal o cierta idea de lo alternativo. En este caso, lo alternativo del discurso se ubica, no por fuera del poder sino al interior del mismo.
Generalmente acudimos al concepto de hegemonía1 gramsciano, el cual está directamente vinculado con el poder del Estado, con una idea revolucionaria que conduzca a una contrahegemonía desde donde sea posible hacer realidad la utopía del marxismo. Pero la idea de hegemonía para el feminismo no se queda en la forma como se legitima un modo de producción, sino que va a un trasfondo mucho más revolucionario, en tanto atraviesa los diversos modos de producción, la historia misma de la humanidad: la cultura patriarcal. Si la cultura patriarcal es lo hegemónico, no sólo en los hombres sino también en las mujeres, ¿cómo pensar en algo contrahegemónico sin correr el riesgo de utilizar el discurso patriarcal y caer en un círculo vicioso?
Si bien, la investigación busca hacer un análisis crítico del discurso sobre el cubrimiento periodístico del feminicidio en Colombia, para efectos de esta ponencia, el centro de atención estará puesto en lo que desde una perspectiva contrahegemónica puede llegar a considerarse una construcción discursiva no en contra de los hombres, sino de una cultura patriarcal que ha reproducido durante siglos las diversas violencias: físicas, sexuales, psicológicas, simbólicas y patrimoniales contra las mujeres. El slogan de la campaña “No es hora de callar” se constituye en una estructura significativa que se llena de sentido a través de los públicos receptores de la misma, ubicados de manera paradójica en un espacio tradicionalmente masculino: los estadios de fútbol. Es una forma emblemática de mostrar que la deconstrucción de dicha cultura patriarcal debe comenzar por los mismos hombres, y en esa deconstrucción el lenguaje verbal y no verbal, la parte simbólica, juega un papel fundamental en la transformación de imaginarios culturales, de estereotipos de género, de una estructura psíquica donde se requiere una resignificación de lo masculino y lo femenino, y desde allí visibilizar que la campaña “No es hora de callar” se constituye en una negación de la negación: callar es una negación simbólica que puede llegar a expresar más violencia en una sociedad que la misma violencia física, luego negar el hecho de callar es dar la posibilidad de expresarse, en este caso, frente a las violencias contra las mujeres.
El análisis crítico del discurso –ACD- brinda herramientas conceptuales y metodológicas en sintonía con una perspectiva interpretativa de la realidad, se realiza desde una postura política, por lo cual no tiene una pretensión de neutralidad, a la vez que reconoce la necesidad de incluir el análisis sobre el poder y la ideología para dar cuenta de los discursos que se están estudiando:
“… el lenguaje clasifica el poder, expresa poder, está involucrado allí donde existe un desafío al poder o una contienda para conseguirlo. El poder no deriva del lenguaje, pero el lenguaje puede utilizarse para plantear desafíos al poder, para subvertirlo, para alterar las distribuciones de poder a corto y a largo plazo. El lenguaje constituye un medio finamente articulado para las diferencias de poder existentes en las estructuras sociales jerárquicas. Son muy pocas las formas lingüísticas que no se hayan visto, en uno u otro momento, obligadas a ponerse al servicio de la expresión del poder mediante un proceso de metáforas sintáctica o textual. El ACD se interesa por los modos en que se utilizan las formas lingüísticas en diversas expresiones y manipulaciones del poder”. (Wodak, 2003, p. 31) 
Lo anterior, se evidencia en la forma como se interpreta la campaña “No es hora de callar”, se hace desde una postura feminista, y busca develar a través de un ejercicio hermenéutico, algunas de las matrices históricas y culturales que han atravesado la cultura patriarcal en Colombia, haciendo énfasis en el conflicto armado, y las consecuencias que éste ha dejado en materia de violencias contra las mujeres. A su vez, busca establecer las conexiones entre la violencia sexual en medio del conflicto y las diversas violencias que padecen las mujeres colombianas en su vida cotidiana, por lo cual la frase “No es hora de callar” permite vincular los micro y macro poderes conceptualizados porMichelFoucault:
“Me parece que con demasiada frecuencia, según el modelo que ha sido impuesto por el pensamiento jurídico-filosófico de los siglos XVI y XVII, se reduce el problema del poder al problema de la soberanía: ¿Qué es el soberano? ¿Cómo puede constituirse? ¿Qué es lo que une los individuos al soberano? Este problema, planteado por los juristasmonárquicos o antimonárquicos desde el siglo XIII al XIX, continúa obsesionándonos y me parece descalificar toda una serie de campos de análisis; sé que pueden parecer muy empíricos y secundarios, pero después de todo conciernen a nuestros cuerpos, nuestras existencias, nuestra vida cotidiana. En contra de este privilegio del poder soberano he intentado hacer un análisis que iría en otra dirección. Entre cada punto del cuerpo social, entre un hombre y una mujer, en una familia, entre un maestro y su alumno, entre el que sabe y el que no sabe, pasan relaciones de poder que no son la proyección pura y simple del gran poder del soberano sobre los individuos; son más bien el suelo movedizo y concreto sobre el que ese poder se incardina, las condiciones de posibilidad de su funcionamiento”. (Foucault, 1980, p. 157)
En relación a la ideología2, claramente se ven confrontadas dos posturas a través de los discursos sobre la violencia contra las mujeres: una ideología tradicional, anclada en un discurso patriarcal, caracterizado por la reproducción de las violencias, como parte de las costumbres heredadas generacionalmente; frente a una ideología feminista, defensora de los derechos de las mujeres, partiendo de su derecho fundamental a la vida, pero no de cualquier tipo de existencia, sino de lo que en diversos discursos políticos y legislaciones que poco a poco han ido incorporando la perspectiva de género3, se conoce como una vida libre de violencias para las mujeres.
Jineth Bedoya,actualmente subeditora de El Tiempo, fue víctima en el año 2000 de secuestro, tortura y violencia sexual en el desarrollo de su actividad profesional4. Es un caso muy interesante porque Jineth, en lugar de mantener oculta su violación, como ocurre en muchos casos, no sabemos obviamente cuántos, se atrevió en el 2009 a hacerla pública, inicialmente en España, y lejos de quedarse en una actitud de victimización, ha logrado constituirse en sujeto activo de denuncia y búsqueda de soluciones frente a la violencia contra las mujeres, haciendo énfasis en la violencia sexual:
“Su discurso va más allá de Colombia: está enfocado en la crisis de misoginización del conflicto. “Esto ocurre en todas las guerras; el uso de los cuerpos de las mujeres como arma de guerra […]”. Hablando en Londres en el Frontline Club, que se centra en el reporte del conflicto, Bedoya dijo: “Hay casos dramáticos en las zonas rurales de Colombia donde las mujeres han sido golpeadas, donde sus pechos han sido amputados, donde –y esto es especialmente una práctica de los paramilitares- ellas han sido víctimas de abuso y golpeadas como una advertencia”. (El Tiempo, Viernes 20 de diciembre de 2013, p. 22)
La Campaña “No es hora de callar”, parte de la dolorosa experiencia personalde Jineth Bedoya, trasciende a la sociedad, logra posicionarse como una acción comunicativa5, retomando la teoría habermasiana al establecer una clara diferencia con la estrategia comunicativa6: no se trata de vender un producto o una idea a partir de la manipulación, de la instrumentalización del lenguaje para obtener beneficios egoístas.
Con esta campaña, se busca algo fundamental para Jürgen Habermas: la verdad como principio indispensable para alcanzar el entendimiento y finalmente la comunicación entre diversos actores sociales, todo ello encaminado a la construcción deliberativa, democrática de consensos. Pero, desde luego que no se trata de una verdad universal, porque se correría el riesgo de caer en LA VERDAD del discurso hegemónico del patriarcalismo, es la búsqueda de la verdad que han venido reclamando durante décadas las mujeres y diversas organizaciones que promueven y defienden sus derechos humanos, es esa verdad posmoderna, en la cual se da cabida a discursos invisibilizados en el contexto de la modernidad: los discursos de los pobres, los afrodescendientes, los indígenas, los discapacitados, la población LGBTI, las mujeres, etc. En otras palabras, ya no se trata de buscar y reproducir discursivamente LA VERDAD del hombre blanco, heterosexual, clase media o alta; sino de construir y poner a circular el pensamiento hecho lenguaje de los sectores de la población tradicionalmente discriminados por su condición de clase, raza, género, opción sexual.
Si revisamos el contexto colombiano, como resultado del conflicto armado, se produce el mayor número de casos de violencia sexual, los cuales terminan en diversas ocasiones en feminicidios sexuales. Y es precisamente, en medio del conflicto armado que ha atravesado al país durante cinco décadas, que se exacerban todo tipo de violencias contra las mujeres, en las cuales se evidencia una mayor vulneración de sus derechos fundamentales en aras de dichas condiciones de clase, raza, género y opción sexual; con lo cual es frecuente que se presenten situaciones de doble discriminación.
El año pasado fue presentado el Informe General del Grupo de Memoria Histórica ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad, el cual da cuenta de más de 50 años de conflicto armado. Algunas de las cifras generales que revela el informe son: la violencia del conflicto armado colombiano ha dejado más de 220 mil muertos entre 1958 y 2012, de los cuales 40.787 corresponden a combatientes y 177.307 a la población civil. De los 220.000 muertos el 88% corresponde a hombres; el 6,6% a mujeres, es decir, 13.200; y el 3,4% a adolescentes, pero no se desagrega por sexo esta última cifra.
Si nos detenemos a analizar la cifra de las mujeres que perdieron su vida como consecuencia del conflicto armado, en la mayoría de los casos población civil, como lo muestra el informe, es muy importante que nos hagamos las siguientes preguntas: ¿cuántas de esas 13.200 mujeres fueron víctimas de torturas?, ¿cuántas de esas 13.200 mujeres fueron víctimas de violencia sexual?, ¿cuántas de esas muertes de mujeres obedecen a asesinatos sistemáticos, lo cual nos permite sugerir el concepto presentado por Rita Segato: femi-geno-cidio7? y ¿cuántos de los asesinatos de mujeres en el contexto del conflicto armado pueden ser considerados feminicidios8, siguiendo el concepto de Marcela Lagarde?
En cuanto a cifras de violencia sexual, el informe arroja la siguiente información: entre 1985 y 2012 se presentaron en medio del conflicto 1.754 víctimas de violencia sexual: los responsables de este tipo de violencia son 370 por la guerrilla, 344 por los paramilitares, 96 confesadas por los paramilitares y 8 por la fuerza pública. Frente a estos datos cobra una enorme importancia otro informe presentado en Colombia el año pasado; cuatro meses después del informe del Grupo de Memoria Histórica, se presenta el informe  de la Comisión de la Verdad y Memoria de Mujeres Colombianas,La verdad de las mujeres Víctimas del conflicto armado en Colombia:
“El informe da cuenta de una experiencia. Como investigación en el campo de derechos humanos que pone el énfasis en la experiencia de las víctimas, esta es una sistematización que describe un proceso realizado por más de mil mujeres y coordinado por la Ruta Pacífica de las Mujeres. En el contexto de las Comisiones de la Verdad que se han hecho en el mundo, el informe muestra una experiencia hecha desde la base, protagonizada por las mujeres víctimas y que pone sus voces en el centro del proceso de construcción de una verdad colectiva narrada por ellas y que forma parte de la historia reciente de Colombia. El valor de esta memoria no es la constatación del horror, sino que la palabra que lo cobija encuentre un sentido y sea compartida con la sociedad a la que se dirige”.(Gallego, p. 11)
Frente al impacto que ha tenido para las mujeres el conflicto armado en Colombia, el informe “ratifica que la violencia sexual ha sido un arma de guerra utilizada contra las mujeres convertidas en objetivo militar. El cuerpo de las mujeres ha sido así mismo botín de guerra y territorio en disputa entre los actores armados. Esta práctica lesiva y denigrante de la sexualidad obligada y no consentida ha sido un ejercicio de poder de los actores armados en cualquier tiempo y lugar durante el conflicto. La experiencia de la violencia sexual o la amenaza de sufrir una agresión de carácter sexual han producido una distorsión en la sexualidad de las mujeres, en la relación con su propio cuerpo y en la relación con los hombres. Esta violencia no ha sido reconocida ni investigada, muestra como las estrategias de control de la población civil han pasado por el territorio del cuerpo y la vida de las mujeres” (Gallego, p. 78).
Pero la violencia sexual en medio del conflicto armado no está desconectada de las diversas violencias que padecen las mujeres, por ello el concepto continuum de las violencias9 resulta bastante pertinente para hilar todas esas violencias expresadas en el ámbito privado con las manifestadas en el ámbito público: todas atraviesan, infortunadamente, la cotidianidad de miles y miles de mujeres en Colombia, para las cuales el tono imperativo de la oración “No es hora de callar” debe necesariamente responder al carácter pragmático del lenguaje: la acción. La interrelación entre la sintaxis y la semántica de esta frase genera el sentido de una campaña que no sólo busca persuadir para que cada vez más y más mujeres denuncien las violencias de las cuales han sido víctimas y así hagan ese tránsito a sujetos de derecho, sino que además exige que todos y todas nos sintamos involucrados/as con esta grave problemática, en la cual las cifras son contundentes, pero en muy pocas ocasiones se materializan en un rostro humano: los números son necesarios pero no logran dar cuenta del drama individual y colectivo.
En la Unión Europea, “el 33% de las mujeres han experimentado violencia física y/o sexual desde los 15 años (62 millones de europeas), mientras que el 5% han sido violadas desde los 15 años (más de 9 millones)10. El feminicidio es considerado como “el principal problema para las mujeres latinoamericanas, sin embargo, “no tenemos cifras confiables y comparables entre todos los países”11. En Colombia fueron asesinadas, entre el 2004 y el 2012, “1.345 mujeres por año, lo que equivale a 4 mujeresasesinadas diariamente. Los departamentos que registran mayores índices, en el período analizado, son Antioquia con un promedio anual de 234 asesinatos, Valle del Cauca con un promedio de 252 y la ciudad de Bogotá con un promedio de 138 mujeres al año, lo que equivale a una mujercada tres días12
Lo ocurrido a la periodista Jineth Bedoya hace parte de los rostros humanos para las cifras, en las cuales es usual el subregistro; pero además, es una clara muestra de cómo la violencia que se vive en un país como Colombia, la guerra interna que ha estado presente durante décadas, ese reconocido conflicto armado, puede involucrar la vida de cualquier persona, de cualquier mujer. A Jineth le ocurrió por hacer bien su trabajo, por hacer periodismo investigativo. Loshombres que la violaron, también le generaron, como consecuencia de sus actos, la idea del suicidio, si hubiera optado por quitarse su vida -como seguramente lo habrán hecho muchas mujeres, nunca sabremos cuántas, ¿cómo cuantificarlo?-, estaríamos sin lugar a dudas frente a otro tipo de feminicidio13, poco conocido, pero indiscutiblemente asociado con la muerte de mujeres como desenlace fatal de la violencia de género:
“Soy Jineth Bedoya, una periodista colombiana que hace 13 años fue víctima de secuestro, tortura y violencia sexual; en ese momento yo creí que mi vida se había acabado, llegué a pensar en el suicidio, pero el trabajo me jaló nuevamente a estar aquí, y cuando digo estar aquí es pensar en otras mujeres que como yo han sido víctimas de violencia sexual. Creo que algo que me ha ayudado a seguir adelante es pensar que mi trabajo puede ayudar a esas mujeres que no tienen posibilidades…”. En línea:http://www.youtube.com/watch?v=79-Ltm_o6Bg.

Fue también Jineth Bedoya, una de las periodistas que más incidió en la divulgación del feminicidio de Rosa Elvira Cely, el cual tuvo un amplio cubrimiento mediático por la sevicia con que fue cometido, crueldad de prácticas como el empalamiento, que en el caso colombiano se dio en la denominada época de La Violencia, posterior al asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, y que no sabemos de manera rigurosa si continúan manifestándose en medio del conflicto armado que aún atraviesa a Colombia.
Este es un tema álgido de cara al denominado posconflicto, todos los sectores de la sociedad colombiana coinciden discursivamente en desear la paz para el país, pero persisten divergencias, desde la misma idea de paz que se tiene hasta la manera adecuada para llegar a ella, lo que se constituye en una verdad contundente para las mujeres es que la paz no es posible en una sociedad mientras persista la violencia contra ellas. Para las mujeres colombianas la paz es no sólo un deseo sino algo por lo que se ha venido trabajando durante muchos años, un discurso en el que también se ha buscado la participación directa de las mujeres, con su pensamiento, con su palabra, con su acción, pero la paz debe estar permeada por la búsqueda de la verdad, la justicia, la reparación integral de las víctimas, y en ese sentido se requiere unos mínimos de justicia frente a los delitos sexuales que han cometido los diversos actores armados: la impunidad se percibe como un pésimo punto de partida para hallar la paz; sin embargo, socialmente es indispensable que haya lugar no al olvido pero sí al perdón, en últimas se trata de una resignificación de una sociedad que debe buscar un equilibrio entre el perdón y la tan anhelada justicia.
Una noticia, aparentemente banal frente a casos de feminicidio y violencia sexual, que tuvo impacto en la sociedad colombiana, es lo que conceptualizó Pierre Bourdieu en su libro La dominación masculinacomo violencia simbólica:
“…violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del  reconocimiento o, en último término, del sentimiento. Esta relación social extraordinariamente común ofrece por tanto una ocasión privilegiada de entender la lógica de la dominación ejercida en nombre de un principio simbólico conocido y admitido tanto por el dominador como por el dominado, un idioma (o una manera de modularlo), un estilo de vida (o una manera de pensar, de hablar o de comportarse) y, más habitualmente, una característica distintiva, emblema o estigma…”. (2000, p. 12)
Andrés Jaramillo, propietario del restaurante “Andrés Carne de res” hizo la siguiente declaración en una cadena radial, a propósito de la joven universitaria de 19 años que habría sido objeto de abuso sexual en su establecimiento en Chía: “Llega vestida con un sobretodo y debajo tiene una minifalda, pues a qué está jugando. Está bien, eso es natural. Para que ella después de excomulgar todos los pecados con el padre diga que la violaron” (El Tiempo, Jueves 14 de noviembre de 2014, p. 4).
Sumado a la clara discriminación de género que literalmente muestran sus palabras, se constituye en un mensaje muy desafortunado frente a lo que en su momento fue considerado un presunto caso de violación, posteriormente descartado por la justicia colombiana; pero ese tipo de construcción de sentido termina vinculada directamente con las otras violencias a las que se ha venido haciendo alusión, con mayor razón en un país como el colombiano, donde parte de los mecanismos de control de los paramilitares en las regiones donde se han ubicado ha sido determinar la manera adecuada o no para que se vistan las mujeres. Si bien Andrés se excusó posteriormente por la forma como se expresó, no deja de ser una violencia simbólica, desafortunadamente compartida por un número indeterminado de personas en Colombia. No es gratuito que una de las perversas preguntas que continúan estando presentes cuando se dan casos de violaciones sea: ¿y cómo iba vestida?
A su vez, la campaña “No es hora de callar” se enmarca en la visión de Jesús Martín-Barbero de ubicar a los comunicadores sociales no como transmisores de información sino como mediadores culturales14, supera el paradigma informacional para situarnos en la relación comunicación-cultura, en la cual la responsabilidad social de los profesionales que día a día están detrás de los acontecimientos, genera la posibilidad de mediar histórica, política, social y culturalmente a través de la comunicación. En el caso de esta campaña, involucra a comunicadores/as que tengan una apuesta ética en su ejercicio profesional, y por esta razón, se esperanpropuestas comunicativas que permitan continuar avanzando en el desarrollo de dicha campaña:
“En medio de eso que estamos haciendo con la universidad, vamos a hacer un concurso de imagen, creo que es en la Facultad de Publicidad y en la de Comunicación Social, porque vamos a invitar a los estudiantes a que nos elaboren una imagen de eso, de no violencia contra las mujeres[…] los estaremos incentivando frecuentemente para que desde sus aulas, para que desde el trabajo que están haciendo en la academia ustedes mismos y ustedes mismas generen productos y contenidos que le digan No a la Violencia Contra las Mujeres”. (Bedoya, 2014)
De esta manera, se hace necesario recordar el fragmento de un discurso emitido por Jesús Martín-Barbero en 1984, a propósito de la necesidad de abordar la comunicación desde la cultura: “Desplazamiento de un concepto de comunicación que sigue atrapado en la problemática de los medios, los canales  y los mensajes a un concepto de cultura en el sentido antropológico: modelos de comportamiento, gramáticas axiológicas, sistemas narrativos. Es decir, un concepto de cultura que nos permita pensar los nuevos procesos de socialización. Y cuando digo procesos de socialización me estoy refiriendo a los procesos a través de los cuales en una sociedad se reproduce, esto es sus sistemas de conocimiento, sus códigos de percepción, sus códigos de valoración y de producción simbólica de la realidad.” (2012, p. 80). 
Es eso precisamente lo que se busca con este tipo de discursos contrahegemónicos: recuperar la historia, ir de los medios a las mediaciones, estudiar la comunicación desde la cultura, generar transformaciones culturales que permitan subvertir un orden patriarcal que perpetúa las violencias contra las mujeres, y desde luego, desarrollar un pensamiento crítico latinoamericano, que incluya la perspectiva de género, que se comprometa con la praxis, que tenga como punto de partida una serie de problemáticas latinoamericanas, que si bien tienen sus especificidades históricas y culturales, dialogan como en este caso con una grave violación a los derechos humanos de las mujeres en el ámbito global: el feminicidio y todas las violencias contra las mujeres asociadas con éste: 
“Otros ejemplos de feminicidios encubiertos incluyen: muertes a causa de cirugías innecesarias, tales como histerectomías, mutilación de genitales (particularmente excisión e infibulación); experimentación en cuerpos de mujeres, incluyendo el uso de métodos de control natal insuficientemente probados, algunos de los cuales han resultado cancerígenos; prácticas matrimoniales peligrosas, como aquellas en las que mujeres extremadamente jóvenes se casan con hombres mucho más viejos, algunas de las cuales mueren como resultado del coito forzoso; y la deliberada preferencia de hijos varones en muchas culturas, lo que da como resultado la muerte de muchas mujeres por negligencia, enfermedad e inanición en muchas naciones empobrecidas, tales como China y la India”. (Russell, 2006, p. 86)
Por todo ello, “No es hora de callar”.
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1. "A nivel sociológico, Antonio Gramsci define hegemonía como el conjunto de grupos de la sociedad, donde el dominante establece un liderazgo moral, político e intelectual sobre sectores subordinados, haciendo que sus intereses sean los intereses de la sociedad. De esta manera, hegemonía sería "la formación progresiva de alianzas centradas alrededor de un grupo determinado", donde gracias a la dirección moral e intelectual estos se van convirtiendo en aliados". Disponible en:http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lri/navarro_m_tk/capitulo1.pdf. Recuperado: Marzo 28 de 2014.
2. “Para Althuser (1974), las relaciones existentes entre los diferentes niveles de la sociedad como estructura compleja no pueden reducirse a relaciones simples y determinadas, así como las contradicciones sociales no pueden tener un origen o fundamento único. La ideología es definida como el conjunto de sistemas de representaci6n en los cuales los individuos viven sus relaciones con respecta a las condiciones sociales de su existencia. No obstante, en el contexto de la sociedad moderna no es posible establecer una correspondencia necesaria entre la posici6n de un grupo dentro de las relaciones económicas de producci6n y una ideología determinada” (Pardo, 2008, p. 93).
3. “La perspectiva de género permite evidenciar cómo los grupos humanos, a partir de las diferencias biológicas, construyen los conceptos de masculinidad y feminidad y atribuyen simbólicamente características, posibilidades de actuación y valoración diferentes a las mujeres y a los hombres, produciendo en la mayoría de las sociedades sistemas sociales no equitativos” (Tobón y Guzmán, 1995, p. 2)
4. “Cuando llegué a la puerta de la prisión, una mujer me preguntó si yo era la periodista. Estaba a punto de responder cuando un hombre se acercó, puso su brazo alrededor de mi cintura, un arma al lado y me dijo que me iba a matar si no caminaba”. Bedoya fue “llevada a una bodega donde había otros hombres”. “Ellos ataron mis manos y pies, me taparon los ojos y me montaron a una camioneta. El carro anduvo por largo tiempo hasta el lugar donde me violaron, torturaron y retuvieron secuestrada” (El Tiempo, Viernes 20 de diciembre de 2013, p. 22).
5. En la acción comunicativa los participantes no se orientan primariamente al propio éxito; antes persiguen sus fines individuales bajo la condición de que sus respectivos planes de acción puedan armonizarse entre sí sobre la base de una definición compartida de la situación” (Habermas, 1999, p. 367).
6. “…Y a una acción orientada al éxito la llamamos estratégica cuando la consideramos bajo el aspecto de observancia de reglas de elección racional y evaluamos su grado de influencia sobre las decisiones de un oponente racional” (Habermas, 1999, p. 367).
7. “…si la categoría feminicidio, siempre que debidamente definida y formulados los sub-tipos de que se compone, puede ser usada dentro del fuero del derecho estatal para englobar todos los crímenes cometidos en la frontera de género, los que ocurren en contextos interpersonales y también aquellos perpetrados por agentes cuyos móviles son de orden personal, es necesario también, por otro lado, llevar la categoría de feminicidio al rango de femi-geno-cidio para incluirla en el fuero internacional que se ocupa de los crímenes de lesa humanidad y genocidio. Para esto, es necesario considerar aquellos crímenes de naturaleza impersonal, que no pueden ser personalizados ni en términos de la relación ni de los móviles del perpetrador” (Segato, 2010, p. 24).
8. “…conjunto de delitos de lesa humanidad que contienen los crímenes, los secuestros y las desapariciones de niñas y mujeres en un cuadro de colapso institucional. Se trata de una fractura del Estado de derecho que favorece la impunidad. El feminicidio es un crimen de Estado” (Lagarde, 2006, p. 20).
9. “…ayuda a entender cómo la violencia específica de la guerra entronca con las violencias presentes en la relación de dominación entre hombres y mujeres vigentes en épocas de paz” (Gallego, 2013, 30).
12. Cifras tomadas de: Bogotá Humana. (2013). Análisis cuantitativo y cualitativo del feminicidio en Bogotá 2004-2012, p. 16.
13.“Transité de femicidio feminicidio porque en castellano femicidio es una voz homologa a homicidio y sólo significa asesinato de mujeres. Nuestras autoras definen al femicidio como crimen de odio contra las mujeres, como el conjunto de formas de violencia que, en ocasiones, concluyen en asesinatos e incluso en suicidios de mujeres” (Lagarde, 2006, p. 20).
14.  “La calculada “oscuridad” del discurso que da acceso al sentido de las obras se encarga de mantener vivo su “secreto” y con él su alejamiento. El intermediario se instala en la división social, y en lugar de trabajar por disolver las barreras que mantienen y refuerzan las múltiples formas de separación y de exclusión sociocultural, defiende su oficio: el de establecer una comunicación que mantenga a cada cual en su posición, una comunicación en la que los creadores no vayan a perder su distancia y el público su pasividad. Porque, de lo contrario, el que peligra es él. ¡Paradójico oficio de un “comunicador” al que la lógica mercantil acaba convirtiendo en su mejor cómplice al reducir su tarea a la de empaquetador de pro-ductos culturales o lubricador de los circuitos del mercado!” (Martín-Barbero, 1989, p. 6).
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