PRÁCTICAS CULTURALES DE LA COMUNIDAD GÓTICA ‘SCHATTENSPIEL’
Lina Marcela Arango Páez
Jessica Mayerly Sánchez Soler
Lorena Paola Villamil Tovar
Tecnología en Comunicación social - periodismo
5° semestre - 2012
Jessica Mayerly Sánchez Soler
Lorena Paola Villamil Tovar
Tecnología en Comunicación social - periodismo
5° semestre - 2012
En la mañana del 27 de Marzo de 2011, me encontraba terminado un tedioso trabajo, cuando recibí una llamada, una invitación a un evento de cultura gótica. No iba con más expectativas que pasar un momento grato con mis amigos, pero el panorama poco a poco se fue convirtiendo en algo alentador y mágico.
Me alisté para la situación con mi corsé dorado, mi pantalón entubado de cuerina y mi largo gabán de cuero mate, con un maquillaje algo dramático. A las 3:30 de la tarde, me encontraba en frente de Carulla, en Castilla, esperando a Camila, una amiga a la que acompañaría a este evento. Pensaba si había llevado lo necesario y me inquietaba el hecho de no saber a dónde nos dirigíamos. Como salí un poco tarde de mi casa por alistar mis implementos de periodista, llegué a pensar que ella ya se había ido.
Pensé la posibilidad de devolverme a mi casa, pero seguí aguardando, en el momento solo reflexionaba de mi segundo objetivo, en recoger material para la crónica y si ella no hubiese llegado, de igual manera habría tenido que irme, aunque no supiera a dónde.
De repente vi a lo lejos una mujer con caminado tambaleante que solo puede ser causado por unos tacones de más de 6 centímetros, en seguida la reconocí y entré en calma. Mientras nos saludamos y definimos un “plan de acción”, ella me comentó que tampoco tenía más expectativas que las mías, simplemente era una oportunidad para compartir con personas interesantes y agradables.
Cogimos un alimentador y después de llegar a la estación de Transmilenio, nos dispusimos a comenzar nuestro trayecto por este sistema vial; llegamos a la Avenida 39, lugar que me intranquilizaba al recordar por métodos de conexión, mis deberes académicos, ya que solo a una cuadra se encontraba la universidad donde estudio. De ahí, caminamos tres cuadras para llegar a nuestro destino, el parque Nacional.
Mientras me percataba del bello paisaje, la mezcla de lo urbano y lo rural, un poco solitario y de los diferentes matices grisáceos del cielo, empezamos a buscar el lugar de encuentro, la torre del reloj, donde se encontraba una mancha negra casi uniforme, inconfundible que se podía ver a lo lejos, entonces supimos que ahí era la reunión. Al acercarnos poco a poco iba identificando rostros conocidos y lo que uno suele mirar, la vestimenta. Una gama de colores neutros y opacos que combinaban muy bien con el negro.
Mientras me percataba del bello paisaje, la mezcla de lo urbano y lo rural, un poco solitario y de los diferentes matices grisáceos del cielo, empezamos a buscar el lugar de encuentro, la torre del reloj, donde se encontraba una mancha negra casi uniforme, inconfundible que se podía ver a lo lejos, entonces supimos que ahí era la reunión. Al acercarnos poco a poco iba identificando rostros conocidos y lo que uno suele mirar, la vestimenta. Una gama de colores neutros y opacos que combinaban muy bien con el negro.
Entre la sencilla arquitectura y los pocos ejemplares de árboles, comenzó la charla, con la explicación de algunas actividades que se iban a realizar en homenaje a la banda alemana gótica ‘Lacrimosa’, lo que me desmotivó un poco, ya que me parecen absurdos los fanatismos; pero cuando empezaron a mencionar en esta verborrea: teatro, danza, música, recital y poesía, no pude evitar elevarme, como si todo ese conjunto de palabras me dieran una bienvenida y se dirigieran a mí diciéndome: tú estás en el lugar indicado.
La idea que empezamos a construir con Camila de esta reunión, como ella me dijo en un momento, un grupo de “matados”, poco a poco
se fue desvaneciendo para ver ante nosotras la oportunidad de hacer y vivir lo que nos gusta, ARTE; escrita en mayúscula porque es la reunión de una atmósfera tan grande y liberadora que casi podría hacerle un altar, si su misma inmensidad no lo impidiera.
se fue desvaneciendo para ver ante nosotras la oportunidad de hacer y vivir lo que nos gusta, ARTE; escrita en mayúscula porque es la reunión de una atmósfera tan grande y liberadora que casi podría hacerle un altar, si su misma inmensidad no lo impidiera.
Después de cuadrar el cronograma de las actividades que se realizarían próximamente, nos ubicamos al lado izquierdo del reloj, al lado de un pequeño riachuelo y algunos árboles que ambientaban por sí solos el lugar. Las primeras palabras se escucharon entonces, provenientes de un dúo, frases versadas que podían generar en mi mente un espectacular dramatizado, mientras poco a poco envuelta en ellas se erizaba mi piel, aunque muchas veces los tonos desafinados de voz interrumpían las emociones creadas, era un gran escrito.
La pérdida total, la anulación del mundo exterior, se dio cuando me vi sumergida entre hermosas melodías que emanaban como fuente de una flauta traversa y mientras agudizaba mi oído para dejarme llevar más, notaba que el lugar se fusionaba con el flautista y su música; el sonido del agua, el cielo oscureciendo, hacía ver el parque más interesante con los pocos focos que alumbraban los árboles con una luz tenue, formaban algunos aspectos lúgubres que estaban muy acordes con la ocasión.
Así poco a poco avanzó la tarde, entre melodías, poemas inéditos y de grandes escritores. Se aguaron mis ojos al sentir la esperanza muerta, devastada como Leonora de Allan Poe, seducida por el gran tono de voz del declamador que me entró en el lamento de su muerte. Pero sin duda lo más impactante fue el monólogo de la canción “Paredes blancas” de la banda “Cuervo de Poe”, atrajo tanto la atención del público, que pocos se fijaron en la improvisación que se estaba haciendo, aunque el joven dramaturgo se “comió” ciertas partes de la canción. Sin embargo fue tan buena su proxémica que muchos imaginamos como la sangre pintaba nuestros labios azules, mientras esta cerraba el telón que anunciaba la culminación de la reunión.
La pérdida total, la anulación del mundo exterior, se dio cuando me vi sumergida entre hermosas melodías que emanaban como fuente de una flauta traversa y mientras agudizaba mi oído para dejarme llevar más, notaba que el lugar se fusionaba con el flautista y su música; el sonido del agua, el cielo oscureciendo, hacía ver el parque más interesante con los pocos focos que alumbraban los árboles con una luz tenue, formaban algunos aspectos lúgubres que estaban muy acordes con la ocasión.
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