miércoles, 12 de junio de 2013

Especiales: 15 + 7 Fotografiando el pecado

ESPECIALES


15 +7
Fotografiando el pecado
Un poco de crítica sobre la forma en cómo se ve hoy el mundo
Primero. Debo buscar información, contextualizarme y conocer qué es lo que se va a plasmar en imágenes.

La tentación
Se dice que desde que el hombre fue creado siempre ha vivido en medio de la tentación. Ese llamado a no hacer lo correcto, a decir lo que no se debe, a pensar o desear aquello que es imposible por la vía del bien. Eso que todos los días afrontamos con conciencia y que muchas veces gana la partida hundiéndonos, según la doctrina religiosa de raíces judeocristianas, en el pecado y acercándonos, cada vez más, al infierno.

Es esa tentación la que nos pone, día tras día, en un enfrentamiento constante entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto, lo bello y lo feo. Es como si el mundo de los opuestos fuera una batalla sin fin, en donde alguna de las dos partes debiera ganar. ¿Será que debe haber un ganador? ¿O simplemente debemos vivir acorde a nuestros deseos y motivaciones? ¿Es la tentación una vía hacia el pecado? ¿Será que esas decisiones o acciones sí responden al llamado de Satanás? Bueno, si para los cristianos católicos el bien es el llamado de Dios, porque no ha de ser el mal el del diablo. Es justo reconocerle a este representante de la soberbia su papel en esta historia.

Siempre he creído que la tentación no es más que un llamado de la propia conciencia a tomar decisiones con seguridad, con la confianza que amerita una respuesta en donde las consecuencias deben ser siempre asumidas por quien decide. Es decir, un llamado a reconocer las diferentes opciones y elegir la más cercana a los deseos y motivaciones del ser humano. ¿Serán la tentación, el pecado, el infierno y el mal simples conceptos para asumir una vida ética tradicional?

¿Es el mal, realmente algo malo? ¿Los pecados nos guían al infierno? Las manifestaciones humanas son simplemente eso, ¿no?, manifestaciones humanas, respuestas a condiciones de vida, a formas de pensamiento… en fin.

Creo que estamos tentados todo el tiempo a decidir. Eso es para mí algo, realmente, necesario e importante. Prefiero ser un tentado todo el tiempo y no un simple ente que camina por la vida haciendo o asumiendo cosas simplemente porque así son, porque alguien así lo dijo primero o porque un grupo de personas lo asumieron como verdad. Le apuesto más a lo verosímil.
El pecado
Se dice que es la transgresión de algo que se tiene por bueno y que se comete voluntariamente. Es decir, se refiere a todo lo que hacemos que va en contra de un sinnúmero de preceptos ubicados en el lado de lo bueno, lo positivo. Nos movemos en la dirección contraria, hacia el otro lado. Rompemos la regla que dice que debemos seguir derecho y no retroceder, por ejemplo. Transgredimos cuando quebrantamos una ley o un estatuto, esto según la RAE, pero mi pregunta, ubicada en el contexto desde donde surge la palabra pecado, que es el escenario religioso, es ¿Cuál es entonces el lado en donde se ubica lo bueno? Me surge otra ¿Quiénes determinan que éste o aquél sean el lado correcto, Dios y Lucifer?

Se me hace muy interesante que volvemos a encontrarnos con que existen unos lados, unas partes, unos escenarios. ¿Si nos ubicamos en el plano cartesiano y me muevo hacia la izquierda del cero en el eje de la equis o hacia abajo en el eje de la ye estoy en el escenario del pecado? ¿Es decir, al moverme hacia el lado de los “negativos” estoy ejecutando una acción pecaminosa? Qué dirían los matemáticos descubridores de los números enteros. Ahora resulta que estoy exagerando. Seguramente, pero ¿no exageran todo el tiempo quienes asumen que una decisión como “tener sexo con una alguien” sin estar casados los hunde en el pecado y se quemarán en la quinta paila del infierno? Claro, es la norma, la ley establecida por algunos que decidieron que era el matrimonio la única vía de tener sexo con el único fin de la reproducción y perpetuación de la especie. Hay que controlar los actos lujuriosos del adulterio, del deseo carnal, humano, de satisfacer el deseo sexual natural, que como animales y, a demás, pensantes, tenemos.

Pecar, y vivir en pecado será todo aquello que resalta la condición humana de ser, de sentir, de desear. Inclusive, hasta de amar. No puedes amar excesivamente, a alguien, porque estás siendo lujurioso; estás amando a alguien más que a Dios mismo. ¡Cuidado con eso!

Hay algo que no he logrado entender de todo esto. ¿Si Dios, el mismo que me dotó de inteligencia, de conciencia, de pensamiento, ese que se siente orgulloso de su creación, que me dio del mejor regalo de todos: el libre albedrío, me dice qué debo y qué no debo hacer, decir, sentir, pensar, no se estaría contradiciendo? Entonces, ¿para qué dotar al ser humano de cerebro y capacidad de decidir, si después le voy a objetar casi todo lo que hace?

A veces creo que los fundamentalistas religiosos simplemente buscan expiar sus culpas a costillas de los que no tememos hacer, decir o pensar abiertamente sin creer que estamos desobedeciendo a Dios mismo. Creo que peco más cuando transgredo mis creencias y mis valores construidos en el transcurso de mi propia existencia. Siento que traiciono al ser todopoderoso que me dio la libertad de escoger, de decidir, y lo más importante, de ser consecuente con mis acciones y saber cuándo estoy, por decisión propia, pasando límites puestos por mí mismo, cuando simplemente hago las cosas porque sí, sin ningún tipo de análisis y comprensión del momento o situación. Je pense, donc je suis, también conocida como Cogito ergo sum, “Pienso, luego existo”, frase acuñada por Descartes. Allí hay mucho más de verdad que en la fe estipulada por los religiosos cristiano católicos, por ejemplo. Dios me creó como un ser capaz de pensar, entonces, déjenme pensar.

Personalmente tengo mucha fe. Fe en mí, en la gente que me rodea, en el mundo. En los estudiantes de fotografía que desafían la cotidianidad de un mundo vacío de imágenes contundentes. Jóvenes que quieren decirle al mundo lo que sienten a través de formas, texturas, luz… ¡Por Dios, sean pecadores de la imagen, no desfallezcan!

La búsqueda: siete pecados, una intención.
Después de haber leído y reflexionado sobre la tentación y el pecado, es determinante saber cuáles son, entonces, los pecados. Es importante saber de qué puedo ser acusado en algún momento. Si pecar tiene que ver con excesos, imagínense cuántas veces pecamos hoy día si vivimos en un mundo de excesos. Somos un pueblo pecador desde todo punto de vista. Somos excesivos en el vestir, en comprar, en vender, en copular, en hablar, en talar, en construir, en derrumbar, en comer… Los excesos son el pan de cada día (¡cuidado y peco por gula!).

Prefiero estar enterado y no ser atrapado con las manos en la masa sin saber. Sin embargo, cuando inicio la búsqueda y contextualizo el tema, descubro algo clave. Todo este tema inicia al principio de la Edad Media, cuando en el sigo sexto de la era cristiana (por cierto, es curioso que hasta la historia se determine en términos de Cristo y su vida, en un antes y un después. Pobre Jesús, qué carga tan grande tiene ese hombre sobre sus hombros) el papa Gregorio I, Gregorio Magno, recopiló y clasificó los pecados más importantes en siete, a saber: la lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia, como los orígenes de todos los demás pecados del hombre (y la mujer, no hay que desconocer, según los puristas del sexo y el género, a las féminas, o lo femenino. Este puede ser, inclusive, un nuevo pecado: la misoginia idiomática).

Es por eso que se llama los pecados capitales, porque son puntos de partida. A ellos se unen las famosas virtudes cardinales que también eran parte del control moral de las acciones de los hombres y mujeres del Medioevo. Las virtudes daban el patrón de comportamiento de lo éticamente correcto, los pecados, de lo moralmente reprobable. Estas son: la fortaleza, la templanza, la prudencia y la justicia. Más adelante van a surgir las siete virtudes del catecismo católico para conformar el bloque de siete virtudes que se enfrentan a los siete pecados capitales: humildad contra la soberbia, generosidad contra la avaricia, castidad contra la lujuria, paciencia contra la ira, templanza contra la gula, caridad contra la envidia y diligencia contra la pereza.

Ambas instancias buscaban, desde mi punto de vista, solucionar una problemática ética fundamental: reconocer la otredad como un estado autónomo y suficiente. En otras palabras, saber que los seres humanos son un fin en sí mismos y no medios para lograr u obtener algo para beneficio propio (esto lo digo porque en la definición misma de pecado el acto reprochable está en aprovecharse del otro o de otros para obtener la satisfacción personal en cualquiera de los distintos estados del pecado capital). Sin embargo, creo que esto tiene más de humano que de divino y es transgresor hacerlo sin que medie Dios y su pensamiento para entenderlo y acatarlo. Pero bueno, este era el pensamiento medieval que imperaba en la sociedad. Hay que entender que era una época de muchas diferencias de credos y formas de vivir la vida.

Volvamos a los pecados y a la clasificación que la iglesia cristiano católica implementó desde entonces.

No es pura coincidencia que el pecado que encabeza la lista sea la lujuria. El pecado del exceso sexual, donde el otro se convierte en el objeto que me satisface mi impulso frenético carnal. El que abarca desde la fornicación simple, es decir, tener sexo con otro fin distinto al de procrear, pasando por el estupro, el rapto (algo que no entiendo, si según la RAE rapto es, entre otras cosas que nada tienen que ver con lo sexual, “Estado del alma dominada por un sentimiento de admiración y unión mística con Dios”, ¿lo que quiere decir que es pecado estar conectado con Dios?), el incesto, el sacrilegio (que tampoco lo entiendo como parte de lo lujurioso, a no ser que hagamos el amor con lo profanado), el adulterio, hasta el pecado contra la naturaleza. Entiéndase por esto último lo siguiente: la polución involuntaria, o sea, la masturbación (cómo hemos pecado los hombres y las mujeres de todos los tiempos, inclusive desde cuando ni siquiera Dios existía en el cerebro humano, simplemente éramos homo sapiens sapiens, sin la sapiencia de Dios, qué irónico); la sodomía o sexo anal (al parecer, en Sodoma esto era común y muy practicado. ¿Será que arderemos al igual que esta ciudad bíblica?) y la bestialidad o sexo con animales (se nos olvida siempre que somos animales también, pensantes, pero animales al fin de cuentas. Si no estamos de acuerdo cambien la taxonomía humana.)

¿Seré lujurioso por tener sexo con gente que de verdad amo o me gusta, consciente de que mientras dure ese amor y gusto podemos pasarlo bien sin sentirnos mal por ello?

El segundo pecado es la gula. El uso no moderado, incorrecto, de los alimentos necesarios para vivir. Es decir, comer, beber o ingerir cosas que no nos aportan vida sino placer. Aquí la cosa se vuelve compleja cuando alimentarse es un acto que está, necesariamente, ligado a lo placentero. Como quien dice, no podemos disfrutar de una copa de vino a las siete de la noche después de un arduo día de trabajo, porque ese momento de relajación, totalmente placentero es pecado. O peor, no podemos cocinar los alimentos pensando en el deleite que se avecina cuando demos el primer bocado, cuando dejamos el salmón rosado porque es así que más nos gusta, no sobre cocido. ¿Qué dirían los franceses al respecto con todas sus preparaciones llenas de excesos de ingredientes como la mantequilla y la crema? Me considero un pecador glotón. Soy un amante de la cocina y del placer que es cocinar y comer todo lo que preparo o me preparan.

La avaricia, el tercer pecado, es ese excesivo amor por las cosas materiales, físicas. Pero el pecado radica en no compartir. Es decir, si tiene, comparta. Trabaje duro en la vida y todo lo que gane compártalo con los demás, solo así se salvará del infierno. Qué curioso, quisiera saber qué tanto comparte el Vaticano sus riquezas con los pobres del mundo.

Me pregunto, ¿es pecado ganar, ahorrar, y comprar todas las cosas que mejoran mi calidad de vida? ¿Tener o adquirir riquezas (entendiéndose el concepto como bienes adquiridos) que siempre he querido tener porque me hacen feliz y en la medida que soy feliz soy mejor persona es pecado? El pecado es el egoísmo, en otras palabras, pero no tener. Bueno, así lo entiendo yo. Que venga el diablo y escoja. Lo que sí me queda claro es que yo no puedo amar a los demás si primero no me amo yo mismo y si el avaro prima su amor sobre sí sobre el amor hacia los demás, creo que soy un avaro en el amor propio. Y no creo que los demás se sientan mal por ello. Les doy amor en la medida que tengo para darles y todo parte del que tenga para mí mismo, ¿no? ¿Si no tengo nada, qué voy a repartir?

La acedia, o tristeza de ánimo, la falta de ganas de hacer cosas que agraden a Dios es el cuarto pecado, la pereza. Es la falta de energía, diríamos hoy día, para hacer cosas que nos acerquen a la salvación, a encontrarnos más cerca del cielo.

El catecismo cristiano dice que debemos a Dios obediencia y por tal motivo debemos cumplir con determinación su mandato. Hay que hacer la tarea impuesta, practicar las virtudes, cumplir los preceptos divinos, ejercer la piedad y la religión, todo esto sin desdén ni pereza, ni aburrimiento. De lo contrario estaremos incurriendo en el pecado. Por eso debe ir a misa todos los domingos, orar antes de acostarse y al despertar, ayudar a todo el que necesite de su ayuda, compartir lo que tiene, todo esto y más sin rabiar, ni sentir cansancio o hastío en algún momento. Como quien dice, tiene prohibido, para no ser perezoso, sentir.

No se nos permite, como humanos que somos, experimentar el cansancio. Sentir que hoy no quieres hacer nada, que siempre ayudas y ayudas… y a ti ¿quién te ayuda?, sentir que te cansas porque siempre haces y haces con convicción, pero a veces te aburres. Perdón, pero descansar es necesario, tanto para el cuerpo, como para el alma. Sentir que te cansas o que estás cansado es una opción, real, humana, comprobable en algún sentido, por ende, verosímil. Es natural cansarse de obedecer, de hacer lo que siempre esperan que hagas. También soy un perezoso.

El quinto pecado capital es la ira. Un pecado que acompaña al hombre desde que es hombre (y la mujer, mujer, que no se nos olvide el tema del idioma incluyente). Sentir rabia, es natural. Sobre todo cuando sientes que en algo has sido ofendido o injuriado. El amor propio se defiende y sale a relucir en su legítima defensa. Sí, es cierto que a veces se sobreactúa y comete actos reprochables, pero el sentimiento de ira, de agresión por parte de el otro, es legítimo y natural. Tal vez por eso es que los abuelos aconsejan dejar que el momento de ira pase y así no arrepentirse de haber dicho o hecho cosas irreparables. Pero, humanamente hablando, siempre hay soluciones. Y asumir la responsabilidad de los actos, como una instancia de llevar una vida ética, acorde con mi entorno y otros seres iguales a mí, es parte de este juego que llamamos vida.

Errar es humano, perdonar es divino, dicen. Es decir, dejarse llevar por la ira tiene sus consecuencias, pero no es el fin del mundo. Reflexionemos en momentos de ira y tomemos, como he dicho desde el principio, el tiempo para tomar la decisión más correcta. Y si después de esto, quiere desahogarse, y decir y hacer, hágalo. N habrá poder humano que lo detenga, eso sí, asuma las consecuencias de sus actos, pero no se crea eso de que es un pecador. Hasta Jesús desató su ira derribando los negocios de los usureros que se ubicaban al frente del templo.

También soy un pecador por la ira. En varias ocasiones me he dejado llevar, pero no hay nada que una sincera disculpa no pueda arreglar.

Desear aquello que otros tienen simplemente porque yo no lo tengo me lleva el sexto pecado, la envidia.

Corresponde a un sentimiento de carencia interior causado por el bien que otro tiene y uno no. Es algo así como un exceso de sentimiento de tristeza y deseo inmensurable de poseer eso que no tienes. Es como que si no lo tienes tú, no debería ser de nadie más. Una especie de avaricia pero por poseer cosas que aún no sabes que debes tener y descubres que otro sí lo tiene. En ese orden de ideas, nunca existió la famosa “envidia de la buena”. Fue un sofisma de distracción para subyugar ese deseo de querer tenerlo todo.

Sin embargo, quien no ha sentido envidia por el carro nuevo, último modelo, que sueñas con comprar y tu amigo se acaba de comprar. ¿Eso es pecado? La verdad se me hace natural sentir cosas como esas. Me alegro por ti, pero yo lo quiero también y envidio que tú sí pudiste comprarlo y yo aún no. Creo que soy un pecador constante por la envidia. La siento y creo que me ha motivado en muchos casos a seguir luchando para conseguir las cosas que quiero.

Y por último, y no menos grave, el séptimo pecado. El pecado de Lucifer, ese ángel, mano derecha de Dios que se sintió más bello y sabio que su propio creador y fue condenado al fuego eterno del infierno. El pecado de la soberbia.

Es curiosamente el último pecado de la lista, pero el más importante de todos y el pecado original de todos los demás. Fue el pecado de Adán y Eva en el Paraíso. Es el pecado favorito del actor Al Pacino (John Milton) en el filme de 1997, El abogado del diablo (The Devil’s Advocate) quien posee el mismo nombre del autor del libro, El Paraíso Perdido, texto que abordó en 1667 los pecados capitales de una manera maravillosa.

También es conocido como vanidad u orgullo y se vuelve mortal en la medida que nos lleva a experimentar en exceso la sensación de ser Dios. Creerse indestructible, sabérselas todas, nunca equivocarse, ser el mejor, no aceptar reglas más que las de uno mismo.

Este mundo occidentalizado y, al parecer, unificado, en el concepto de belleza es un mundo soberbio. Creemos tener la respuesta a ser bellos, a ser los perfectos, no solo con medidas sino con contexturas, con formas. El mundo de la cirugía estética es mundo de soberbia, queremos ser cada vez más cercanos a eso que se dice es lo perfecto. Series como Nip/Tuck fueron evidencia de ello.

¿Cuando algunos sicólogos dicen que decir que se es bueno en algo, y desde la verisimilitud eso es comprobable, no estamos pecando por soberbios, ¿qué querrán decir? Si yo sé que soy muy buen cocinero y lo digo y me lo creo, y para terminar la cadena, me lo dicen otros, y me lo creo, ¿estoy siendo soberbio? O sea, no puedo creerme bueno en nada, ni sentirme seguro de algo, de una decisión.

En ese caso, soy un excesivo pecador por la soberbia. Soy bueno en muchas cosas y una de ellas es saber en qué no soy bueno y reconocerlo también.

Creo que de no ser así estos fotógrafos no habrían confiado en mí, ni en este proyecto. Y lo digo con seguridad, confianza y humildad. No espero mayor cosa de esta empresa que la satisfacción de ver realizado el sueño de hacer un libro con mis estudiantes y que ellos puedan mostrar todo su talento.

Al final de todo este recorrido por los pecados capitales, intentando conocer más de ellos y así buscar las imágenes de esta obra, descubro que sus raíces están únicamente en el hombre. El pecado es netamente humano. Según esto, Dios jamás peca, ya que él nunca se excede. Sin embargo, ¿creerse a sí mismo único, primero y el todopoderoso no es soberbia? Dios exige que sólo lo amemos a él, que todo tiene que ser para él y la elaboración constante de su obra, ¿eso no lo hace un envidioso y avaro, y por extensión un glotón? ¿Por qué no es pecado amarlo excesivamente, eso no es lujuria?

En fin, como al parecer esto solo le acontece y le compete a los hombres y mujeres del mundo, y que a mí me suceden todo el tiempo, en la mayoría de los casos en perfecto estado de conciencia, yo concluyo que soy un pecador a la séptima potencia.

Segundo. Contra todo pronóstico histórico presento mi proyecto y consigo el apoyo necesario.

Construyendo una idea

Desde el año 2010, la Facultad de Comunicación, Información y Lenguaje, de la Fundación Universitaria Inpahu, incorporó la cultura investigativa como una estrategia de desarrollo institucional. La propuesta inició con la puesta en marcha de seis proyectos de investigación y el proyecto editorial. De este último, en 2010 se editaron cuatro libros que estuvieron bajo la coordinación de la dirección del programa universitario en Comunicación Social; mientras que, en 2011, se prepararon tres publicaciones que fueron compiladas y editadas por los coordinadores de las áreas de Sociales y de Expresión. A estas áreas dependía mi vinculación como docente e investigador de tiempo completo de la Facultad. Los espacios académicos que tenía a cargo desde hacía varios semestres incluían asignaturas como Historia del Arte (área de Sociales) y Semiótica de la Imagen (área de Expresión) de las carreras técnicas en Fotografía y Realización y Producción en Televisión.

Para el proyecto editorial desarrollado en la Facultad, iniciado en 2010 y seguido en 2011, fui invitado a participar como responsable de la dirección de arte y diseño editorial de las nuevas publicaciones. Gracias a esta experiencia, germinó en mí la idea de que se podía hacer algo para mostrar y evidenciar el talento de los estudiantes. Desde ese momento, es un sueño que puede hacerse realidad, pues la idea surge de mi archivo académico personal recopilado por varios años y alimentado gracias a la recolección de los mejores ejercicios académicos de los estudiantes más destacados de estas y otras asignaturas¹. Así fui gestando la idea, paso a paso, hasta que presenté ENTRELAZOS², proyecto de expresión estudiantil, a los profesores Rafael Espinel y Zuly Usme, mis coordinadores de área en aquél momento y quienes no dudaron en darme su apoyo incondicional.
Después de muchas reuniones con estudiantes y egresados del programa que habían construido conmigo, en esas mismas asignaturas ya mencionadas, suficientes méritos para participar, ENTRELAZOS dio fruto a su primer hijo.

Conformando miradas

ENTRELAZOS toma forma definitiva durante el segundo semestre de 2011. En “HistoriArte” y “SemImagen”, como cariñosamente llamo a mis asignaturas, desarrollé el tema “7 pecados capitales” de manera paralela a los contenidos de curso (la variación semestral de ejes temáticos como recurso pedagógico facilita a los estudiantes la adquisición de elementos teóricos y conceptuales. Algunos ejes temáticos que han sido trabajados en semestres anteriores fueron: el cómic, narrativa de terror, erotismo vs. pornografía).

El eje temático se da en la medida que, mientras se desarrollan ejercicios prácticos sobre los conceptos vistos en clase, sirve de leitmotiv y, a la vez, de hilo conductor para entretejer cada uno de los tópicos de análisis sobre el arte y la imagen: signos, composición, teoría y psicología del color, narrativas visuales (figuras literarias y funciones del lenguaje al servicio de la imagen), apropiaciones estéticas, brillo y contraste, entre otros.

Los estudiantes presentaron, durante 2011-2, una serie de ejercicios que demostraban su capacidad para llevar a cabo esta idea a buen término. Me puse, entonces, en la tarea de contactar a estudiantes de semestres pasados y egresados para llegar a un total de 13 participantes. Así nació 15 miradas + 7 pecados que es el primer producto tangible de la propuesta ENTRELAZOS: un primer hijo de este prometedor proyecto.

Lo interesante de este primogénito es que no venía solo, pues el parto era doble: en 15 miradas + 7 pecados nacerán mellizos. Es así porque está conformado por dos cuerpos. El primero, una exposición fotográfica itinerante de carácter nacional y, el segundo, un libro en edición de lujo (coffee table book), que ahora presento y del que me siento un feliz pecador.

Es importante aclarar que ENTRELAZOS es un producto cien por ciento académico, motivo por el cual se desarrolló y presentó a la Rectoría de la Universidad. ENTRELAZOS se tejió en los salones de clase, se anudó por los estudiantes, lo apoyaron y soportaron las coordinaciones de las que dependían las asignaturas donde nació la propuesta, es, actualmente, apoyado por la decanatura de la facultad y, finalmente, involucra a docentes quienes aportarán la cuota conceptual y epistemológica. Es la primera vez que este tipo de productos comunicativos se desarrollan en la Institución, permitiendo que, de forma pedagógica, práctica, profesional y actual, se presente la Universidad como espacio de creación académica. Y algo muy importante, promociona a la carrera técnica profesional en Fotografía como un campo de exploración de las artes visuales contemporáneas a la que le apuesta la Fundación Universitaria Inpahu.

Tercero. Hacemos fotografía, montamos la exposición y editamos el libro.

Pecando con imágenes, evidenciando al fotógrafo
Después de muchos “ires” y “venires”, de reuniones y presentaciones, nos convencimos de que para que el proyecto siguiera adelante debíamos dar el primer paso nosotros mismos y demostrar que había ganas y deseos de que todo se llevara a buen término. Debíamos transgredir ciertos conductos y ciertas normas.

Cada estudiante asumió los costos de producción de su obra, impresión y montaje en marcos. A finales del primer semestre del año 2012 estábamos con la exposición completamente lista. Las vicerrectorías académica y administrativa conocieron el proyecto y se unieron para apoyarnos en algunas cosas. La rectoría nos regaló la impresión de siete avisos con los nombres de los artistas y ciento cuatro rótulos con el nombre de cada pecado. La oficina de Relaciones Internacionales e Interinstitucionales de Inpahu, liderada por Gina Ortiz, fue determinante en el proceso. Ella creyó inmediatamente conoció el proyecto. Iniciamos la gestión para ser parte de la reunión de la Aualcpi, y logramos algunas cosas con la mesa organizadora. Algunos temas de logística no permitieron que todo se desarrollara como queríamos, pero eso nunca nos detuvo en la búsqueda.

Hoy, un año y medio después de que inició todo este gran recorrido, se tiene el más importante logro, y principal objetivo de ENTRELAZOS, la edición del libro 15 Miradas + 7 Pecados. La Universidad Inpahu, reconoció el trabajo de todos los participantes y se dio a la tarea de llevar a buen término lo que iniciamos unos locos, pecadores, entre estudiantes, docentes y coordinadores.

César García, un creativo innato que desarrolla a través de su trabajo esa constante lucha interior de poder ser sin tapujos y mostrar el interior del alma del fotógrafo y su diálogo con la obra que realiza. Ina Bayter, cuerpo fotógrafo (¡y qué cuerpo!); es una deidad develada en las fotos que la captan y pretende descubrir la deidad que poseen los demás cuando fotografía. Jefferson Olarte, representación de la inocencia en la fotografía. Inocencia que puede golpearte fuerte, enamorarte y desecharte. Hacerte sentir que se tiene actitud y temperamento a pesar de que las apariencias digan otra cosa.

Alexander Sánchez, fotógrafo ávido de contar y mostrar lo que hace, no teme obturar y arriesgarse. Su trabajo es una contestataria constante a la tradicional forma de narrar con imágenes. Mónica Ciprián, erotismo en movimiento. Su fotografía es un nuevo código del cuerpo desnudo que quiere gritar lo que siente. Karen Barragán, auténtica, comprometida y respetuosa de la técnica. Su trabajo es contemplativo, de suaves movimientos.

Luis Martínez, un guerrero de la imagen. Su pretensión fotográfica lo lleva a descubrir nuevas rutas narrativas visuales, por eso le apuesta a la innovación. Johan Beltrán, representación del fotógrafo arriesgado y el atrevido que no duda en expresarse tal y como siente, sin temores, pero que al mismo tiempo, convierte a la imagen en un momento sutil de contemplación. Camilo Díaz, es el fotógrafo rebelde. Ese que quiere decir muchas cosas a la vez y se rebusca la manera de que el signo enunciado comunique lo evidente y lo no evidente, solo así logra satisfacer esa necesidad de decir lo que siente sin que le pongan bozales.

Andrés Ariza, el joven enamorado de la vida, de la cotidianidad y de las cosas simples que le rodean. Su fotografía es realista, descubridora de formas, de texturas. Un soñador que quiere cambiar el mundo con su trabajo.

Así conformamos 13 miradas distintas sobre los 7 pecados capitales. La mirada catorce la hacen los docentes invitados a presentar la obra de cada uno de ellos. Una mirada objetiva, pragmática y ciento por ciento perceptual, tal y como debe disfrutarse del arte en cualesquiera de sus manifestaciones. El deleite es así, simple, se siente, se vive. Después habrá tiempo de analizar y de profundizar la obra. Luego nos sentamos a discutir sobre estilos, técnicas y conceptos.

Por ahora lo invito a degustar esta obra con calma. A deleitarse con los colores, texturas, formas, movimientos que estos artistas nos ofrecen. Lo invito a mirar… A que construya su mirada.

Sea usted la número 15.
¹Redacción Publicitaria, Narrativas Multimediales y Ciudad, Territorio y Comunicación.
²Nombre propuesto por César García, fotógrafo participante y diseñador gráfico del proyecto editorial. Se presentó ante el Comité Editorial y de Curaduría y fue aprobado.

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