miércoles, 27 de noviembre de 2013

Artículos - De la violencia en el fútbol y la psicología de masas

Artículos
De la violencia en el fútbol y la psicología de masas

 

Por: Carlos Eduardo Escalante
Docente: Álvaro Sandoval
Facultad de Comunicación, Información y Lenguaje



El fútbol, uno de los deportes más conocidos y más apetecidos a nivel mundial, es también uno de los múltiples escenarios por donde pasa la vida de los hombres y esta se manifiesta con el esplendor que solo un comportamiento violento puede mostrar, y es que a nivel histórico, la actividad deportiva ha trasegado las esferas del honor y el respeto por el mero deporte para convertirse, en ocasiones y en ciertos contextos sociales, en un cumulo de emociones fuertes que van desde el extremo fanatismo, hasta la surgimiento de grupos cuyas intensiones son propiciar la rivalidad malsana y agresiva contra el contrincante. Estos fenómenos de masas son lo que Ortega y Gasset (1929) denominaría como ¨el fenómeno más importante de nuestro tiempo¨ debido a que el comportamiento social es, en todo tiempo moderno, un compilado de varios grupos sociales que, aunque parte de una misma ciudad o nación, suelen verse afectados por circunstancias culturales, políticas, económicas e incluso psicológicas que no necesariamente son carácter del territorio en particular. De ahí que los grupos barriales tengan una connotación diferente, y que la cultura de la globalización haya logrado internacionalizar ciertas tendencias que, en épocas pasadas, quizás no fueran tan relevantes.

 Fotografía de: MIGUEL CUELLAR - leugim.m@hotmail.com - Género:RETRATO
Programa Técnico Profesional en Fotografía - 2010-II


Regresando al caso del fútbol, es indudable la participación del deporte en la cultura de las masas, puesto que esta define  el sentimiento de pertenencia, tal vez pretensiosamente necesario, que tiene una sociedad por generar y para luego aferrársele, logrando así caracterizar la calidad humana y la competencia física de su entorno socio político. Cabe recordar que grandes naciones y proyectos políticos como el nazismo y el comunismo impusieron la actividad deportiva, en otras disciplinas, como parte de su programa de gobierno, y de ahí se deriva la calidad de los deportistas donde estas tendencias políticas aún proliferan: China y Cuba. En Inglaterra hacia mediados del siglo XVIII, el futbol, sumado a la ola de degradación y desigualdad de las economías locales, propició la rivalidad de la juventud entre aquellos que gustaban de equipos contrarios, dando origen al renombrado términoHooligan. Más adelante, el hooliganismo logró consolidar su poder y vigencia gracias al implementar actividades que ya poco o nada tenían que ver con el deporte, aparente valor ontológico en la causa, y así es como los actos vandálicos, los robos, el trafico de licores y drogas e incluso la prostitución hacen su aparición.
Hacia los años ochenta, los Hooligans ya habían conseguido expandir esa ola de violencia colectiva en buena parte de Europa, comprometiendo, además de la seguridad de aquellos que simplemente apreciaban el espectáculo futbolístico, la propia seguridad de los escenarios deportivos y de las personas en las inmediaciones de estos. Tal fue el caso de la disuelta Yugoslavia y Croacia, donde incluso se llegó a prohibir el hacer partidos del campeonato oficial de la UEFA en territorio yugoslavo.
Pasando a América Latina, y principalmente en Argentina, las llamadas ¨barras bravas¨ no son más que el reflejo mórbido del caso inglés, y en la actualidad Colombia se ha sumado a estas tendencias con los diferentes grupos de hinchas que han asociado el barrismo más con el agredir a los que no gustan del equipo afín, que con el simple hecho de ser fanático al deporte y todo lo que gire en torno a él. Heinz Kohut (1976) afirma que los actos violentos son el síntoma principal de la psicopatología de los grupos humanos, y en el caso latinoamericano en general, es posible afirmar que la situación ha llegado a tal punto donde la actividad deportiva es tan solo un engrane en el aparato de violencia que se ha formado.
Citando de nuevo la obra de Ortega y Gasset, La rebelión de las Masas (1929), se dice que el ¨hombre masa¨ destaca por su vulgaridad y por su tendencia a reaccionar violentamente, además de su carácter enormemente incivilizado. Sobre este último punto se deduce que la civilización de un territorio no se da por la sola existencia de las estructuras políticas económicas, sino de cómo estas logran cobijar a las ciudades y estados o departamentos (según sea la organización política) dentro de una misma nación. En Colombia por ejemplo, la desintegración social se ha dado por el gran descontento de las clases trabajadoras menos favorecidas u olvidadas por el colectivo nacional, es decir, por la construcción mediática de que el país es un lugar de ensueño donde los derechos civiles son vulnerados tan solo por el accionar de los grupos armados ilegales o, en su defecto, por la intromisión de las políticas internacionales en la toma de decisiones de gobierno.
Los equipos de futbol y sus colores son entonces una forma tribal de crear afinidad entre un grupo de individuos producto del descontento y de la innegable situación de marginalidad que sufre la sociedad, por lo cual resulta posible afirmar que dicha agremiación no es tanto más diferente a la que alguna vez las tribus africanas como Nuba, pueblo de guerreros y agricultores que habitan en Sudan, tuvieron para hacer que, los sujetos de una misma población, se organizaran de alguna manera con la única finalidad de imponerse sobre otro y así poder ostentar una victoria basada más en la fuerza bruta que en el honor constitutivo.
Para concluir, la psicología de las masas está presente en el fenómeno del extremo fanatismo deportivo y, haciendo énfasis en el futbol, la actividad criminal de los grupos de barras bravas sirve de reflejo para la desintegración sociopolítica, y por ende económica, que sufren las naciones producto de las falencias, en algunos casos de la inexistencia, de políticas que promuevan no solo la sana actividad deportiva, sino la educación y el civismo, por no hablar de situaciones trasfondo como la política interna en materia de empleo y educación que hacen que, en la mayor parte de los casos, ciertos grupos de personas busquen tan solo una excusa para dejar salir la desazón y el descontento por sentirse apabullados por la tendencia social imperante. El futbol no es más que el carácter simbólico que reúne a los individuos, lo demás es tan solo el impulso de buscar el poder a como dé lugar.

Bibliografía

• Ortega y Gasset, J. La rebelión de las masas, 1929. Madrid: Revista de Occidente, 1970
• Kohut, H. Análisis del Self, 1971. Buenos Aires: Amorrortu, 1977.

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