miércoles, 21 de mayo de 2014

Especiales Gabo y el periodismo

Especiales
Gabo y el periodismo
Por: Álvaro Sandoval Rubio
Docente Facultad de Comunicación, Información y Lenguaje
Hemos disfrutado el privilegio  de estar conducidos por un premio Nobel de literatura  durante 40 años. Para Inpahu no han sido 100 años de soledad, al contrario han sido cuatro décadas de acompañamiento en la formación de nuevos periodistas quienes se han encontrado con un colombiano que con la ayuda de una máquina de escribir trascendió del mundo periodístico al mundo de la literatura, pasó de un pequeño y desconocido pueblo al reconocimiento casi universal de su obra, nos enseñó que nuestra forma de ver el mundo es tan grande e importante como la de cualquier otra cultura y que las palabras sí pueden cambiar nuestra realidad.

Imagen tomada de: Periódico Cubarte

La historia de Gabo se vincula a la historia de muchos de nuestros egresados quienes discurren en el mundo periodístico, profesionales que tienen en sus venas el valor de la palabra y que hoy siguen dibujando con palabras esta realidad macondiana en la que vivimos los colombianos.
Cuando la ausencia de su presencia física nos aborde, deberemos acudir a sus textos, donde su figura al igual que la de Cervantes no desaparecerá y por el contrario crecerá. Los 23 de abril, Don Quijote ya no solo estará secundado por Sancho y Dulcinea, ahora tendrá como nuevos acompañantes al Coronel Aureliano Buendía, a Remedios – la bella -, a la Cándida Erendida y su abuela desalmada y obviamente a un ejército de mariposas amarillas. Este ha sido el pequeño aporte de un colombiano, que  desde el otro lado del mar alimentó a la lengua española y mostró que la alquimia si puede funcionar ya que transformó la realidad en magia o la magia en realidad.
Desde las aulas, rendiremos un humilde homenaje a nuestro más grande escritor, quizás el más sencillo pero el más gratificante para todo literato, leeremos algunas de sus obras e intentaremos emular su ingenio en nuestros escritos.
¡Que nuestra mala memoria y nuestro olvido no lleven a nuestra cultura a una crónica de una muerte anunciada!

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